Como cualquier otro negocio, las empresas sociales buscan obtener beneficios y tener éxito comercial. Sin embargo, la forma en que operan, a quién emplean, cómo utilizan sus beneficios y dónde trabajan está transformando vidas y comunidades en todo el mundo.
Ante un contexto marcado por la creciente incertidumbre económica y de preocupación por la seguridad energética, la conciencia social sobre cómo abordar estas cuestiones de manera responsable, transparente y ágil se acentúa. Si queremos una economía sana y construir una sociedad más próspera, hay aspectos que tenemos que cambiar. Y, a nivel económico, eso supone estar atentos a la evolución del emprendimiento social en España y en Europa.
Como indican diferentes estudios en todos los países y ámbitos de actuación, la sostenibilidad es un factor cada día más diferencial. Los consumidores, los inversores y los emprendedores cada vez tienen más en cuenta el impacto social y medioambiental en su toma de decisiones y, para atender estas inquietudes, las empresas sociales son uno de los modelos más efectivos. Pero, ¿qué es una empresa social?
Las 3 P de la empresa social: People, Planet and Profit
Se trata de un modelo de organizaciones que incorporan ágilmente modelos de negocio innovadores que son capaces de combinar la sostenibilidad financiera con un impacto positivo claro, relevante y medible para la sociedad. Así, este tipo de empresa pone el foco de su estrategia en las personas, el planeta y la rentabilidad financiera. Esto último es muy importante: deben desarrollar actividad económica que les permita ser viables en el mercado porque, a mayor generación de riqueza, mayor será el impacto positivo para la sociedad.
La asociación y la sociedad limitada constituyen las dos formas jurídicas más comunes de empresas sociales, según el informe sobre España del European Social Enterprise Monitor (ESEM) 2021-2022, elaborado por Esade Center for Social Impact. Pero, recientemente, se ha dado un paso más en la economía de impacto en España con la creación de una nueva figura jurídica, las Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC), que reconocerá las Empresas con Propósito.
Las empresas sociales pueden ser de distintos tipos –asociación, sociedad limitada, sociedad de beneficio e interés común u otra forma jurídica–, pero lo que las diferencia del resto de los negocios tradicionales es que aprovechan la fuerza del mercado para generar impacto social y no únicamente para dar beneficios a sus accionistas, lo más habitual en el modelo socioeconómico de los últimos siglos.
El caso de éxito de Auara: agua potable para comunidades vulnerables
El interés por el emprendimiento social en España crece y está presente en todos los sectores, pero fundamentalmente destaca en el de la creación y comercialización de productos y servicios de consumo. AUARA no solo forma parte de este sector, sino que también es un claro ejemplo de cómo concebir la empresa como más que un generador de dinero. De hecho, fue una de las primeras en dar el paso como empresa social en nuestro país hace siete años al ser certificada por Social Enterprise Mark, una organización británica que asegura que aquellas empresas que se definen a sí mismas como «empresas sociales» cumplan con una serie de aspectos que las distingan de las demás de manera fehaciente.
AUARA no es una empresa al uso y su propósito es claro: trabajar contra la pobreza más grande que existe, la falta de agua potable. ¿Cómo? A través del agua: venden botellas de agua mineral –embotellada a partir de plástico rPET 100% reciclado– y con los beneficios cofinancian los proyectos de ONG, que cubren también una parte del importe.
Su propuesta tiene un enorme valor de concienciación, pues es un producto de consumo masivo que hace a la sociedad reflexionar sobre el valor de las empresas de impacto social. Las cifras lo demuestran: hasta la fecha, han logrado que más de 100.000 personas tengan acceso a este preciado bien escaso como es el agua en África, Asia y América. Solo en el último año, AUARA ha conseguido generar más de 700.000 litros de agua en países en vías de desarrollo, ahorrando 26.000 horas de trayecto bajo el sol a las mujeres y niñas encargadas de ir a por ella.
Auara, Hijos de Rivera y la economía de impacto
Pero estos no han sido sus únicos grandes hitos del último año. El pasado mes de mayo, la compañía gallega Hijos de Rivera, empresa familiar propietaria de la cervecera Estrella Galicia y 1906, y de las aguas Cabreiroá, adquirió el 51% de su capital y lanzó junto a ella una colección de zumos naturales.
«Más producto significa más impacto positivo», sostuvo entonces Antonio Espinosa de los Monteros, cofundador y CEO de AUARA, que celebró la alianza como un factor clave en el futuro de su emprendimiento porque, gracias al gran posicionamiento en alimentación y hostelería de este nuevo socio, los productos de la marca llegarán más lejos. Con ello, se podrán multiplicar los recursos destinados a proyectos sociales.
Para la compañía gallega, incorporar una empresa social a su familia y contar con una nueva gama de productos que se unen a su negocio de aguas supone un paso adelante en su compromiso por generar un impacto positivo en su entorno. «Sabemos que queda un largo camino por andar, pero queremos hacerlo de la mano de compañeros como AUARA, que tienen claros sus objetivos y producen a diario un cambio real y tangible en la vida de las personas», explica Ignacio Rivera, presidente ejecutivo de Hijos de Rivera.
Sea cual sea su tamaño y su historia, las grandes corporaciones pueden ayudar a las empresas sociales para que su impacto en las personas, el planeta y en sus beneficios sea mayor. Un beneficio que, sin duda, será para toda la sociedad.