En un contexto en el que se redefine el papel que el trabajo juega en nuestra vida, cuidar a la plantilla y hacer que todas las personas se sientan orgullosas de formar parte de una compañía es un gran desafío. También, la clave del éxito para la empresa del siglo XXI.
Parece de Perogrullo, pero a menudo se olvida: las empresas son un grupo de personas trabajando juntas. Sí, hay medios de producción, hay fábricas, campos de cultivo, almacenes, vehículos, maquinaria, tecnología, inversiones, participaciones que cambian de valor y de manos… Pero, al final, todo se acaba reduciendo a las personas que hacen posible que eso que hace la compañía, efectivamente, se haga. Sin ellas, no hay empresa. Así de sencillo.
Por esa razón, sorprende que todavía haya compañías en las que el factor humano quede relegado al furgón de cola de sus prioridades. De cara a la galería, todas defenderán que sus empleados son «el mejor de sus activos», pero, a la hora de la verdad, cuando vienen mal dadas, no todas son coherentes con ese principio.
Para Eva Collado Durán, consultora estratégica de Capital Humano y Digitalización, no poner el foco en las personas está en el origen de muchos de los grandes males empresariales. «Es cuando aparecen esas lacras que van a poner en blanco y negro nuestra viabilidad como negocio: índices de compromiso bajos, falta de motivación, falta de confianza, absentismos prolongados, presentismo sin resultados, alta rotación, liderazgo intermitente y disperso, falta de rutas claras, incumplimiento de objetivos globales, equipos poco consolidados e inestables…», explica.
Con ese listado de calamidades empresariales cerniéndose sobre la cabeza de las organizaciones, se diría que apostar por las personas es, por una infinidad de razones, la mejor estrategia que cualquier compañía puede adoptar, tanto en un contexto de bonanza –ahí es relativamente fácil presumir de políticas de gestión de personas – como, especialmente, en uno de crisis e incertidumbre. «Las empresas que realmente se preocupan por las personas son las que están marcando la diferencia, poniendo en marcha acciones y logrando resultados», zanja Collado.
Una decisión estratégica (y humana)
Mayores índices de fidelización y atracción de talento, mejor servicio al cliente o mayores niveles de productividad son solo algunas de las ventajas que obtienen las empresas que priman al empleado sobre otros aspectos. Ventajas, todas ellas, que pueden traducirse en mejores números para la cuenta de resultados empresarial. Diversos estudios coinciden, por ejemplo, en señalar que los empleados felices son entre un 60 y un 80% más productivos.
Otros indicadores son más difíciles de aterrizar, pero también tienen una incidencia positiva en el desempeño global de la empresa. La innovación y la creatividad, la predisposición a colaborar en nuevos proyectos de la empresa o a ayudar a otros compañeros, la participación en acciones de voluntariado o la audacia para atreverse probar cosas nuevas fluyen con mayor naturalidad en entornos en los que el empleado se siente cuidado, respetado y escuchado por su empleador que en aquellos en los que su percepción es la de ser un número más. Y lo mismo puede decirse de esa «milla extra» que tanto agradecen las organizaciones y que tiene que ver con una mezcla de compromiso, capacidad y esfuerzo más allá de la media por parte de un profesional.
En el caso de Hijos de Rivera, un claro ejemplo de ello es Impacta, un innovador programa de transformación cultural que quiere incrementar el conocimiento, la responsabilidad y el orgullo de pertenencia a la compañía e implicar a todos y cada uno de los miembros de la plantilla con los objetivos planteados dentro de su estrategia de Impacto Positivo. Durante este año, la gran mayoría de los empleados de la compañía pasarán por esta formación –de momento, ya lo ha hecho el 40% de las 1.500 personas que forman la plantilla–, en la que se profundiza en conceptos como la economía circular, la cohesión territorial, la igualdad o la biodiversidad. Además, también se explica en qué acciones se traducen los compromisos de impacto de la organización y qué proyectos se han iniciado o se van a iniciar, con el objetivo de implicarlos más en el proceso.
Cómo hacer brillar el talento
Pero, ¿de qué formas puede una empresa materializar esa apuesta por las personas? Eva Collado cree que se trata de una combinación de factores que parten de poner realmente a la persona en el centro. «Dándole confianza y ofreciéndole un proyecto adecuado a su talento en el que pueda brillar y crecer en su carrera profesional», subraya. Para ella, tampoco pueden faltar cuestiones imprescindibles como un sueldo adecuado a sus responsabilidades, la posibilidad de conciliar o que exista un buen clima laboral.
En definitiva, se trata de dar motivos a las personas para sentirse orgullosas de la empresa en la trabajan, una organización con la que puedan sentirse identificados y en sintonía con unos valores que se plasmen en acciones concretas. De darles razones de peso para levantarse cada mañana para acudir a su puesto, al margen de la de la nómina que les espera en su cuenta corriente al final de cada mes. ¿El secreto para conseguirlo? Hacerles sentir parte importante del proyecto y reconocer su trabajo.