Clint una anomalía en la escena musical nacional. Su último trabajo está considerado como uno de los mejores discos nacionales de este año y lo podremos comprobar el el próximo jueves 13 de diciembre en el Café Berlín dentro del ciclo «1906 Pequeños Grandes Momentos».
Para empezar, hacen música instrumental, un inmejorable epitafio para cualquier banda estatal, pero que para ellos se convirtió más bien en un nuevo nacimiento musical. Visten con traje, como si fueran músicos clásicos, mientras sostienen en sus manos guitarras eléctricas, batería y teclados, pero también una trompa y una trompeta. Tienen momentos muy líricos, y momentos de incontinencia ruidosa, canciones que se debaten entre el rock y el pop, los ritmos latinos y los anglosajones, los arreglos grandiosos y la austeridad sonora.
Todo ello está reflejado en sus tres trabajos hasta la fecha, Alégrame el Día (2005) y Los Tipos Duros También Bailan (2008) y Asuntos internos (2012), producido por el ex Laika Guy Fixsen. Pero no sólo eso: osaron poner música en directo a la cumbre del expresionismo alemán Berlín, Sinfonía de una Ciudad (1929) de Walter Ruttmann, en diversos festivales de cine y citas culturales.
Clint no es sólo un grupo para audiencias exquisitas. Conscientes de que su propuesta es a la fuerza minoritaria, la banda consigue que los temas que componen sus discos huyan de la dispersión para convertirse en piezas de concreción pop: melodías de juguete y estructuras que siempre esconden giros sorprendentes.
Y hablando de giros sorprendentes, Clint ya no es un cuarteto. Desde su último disco, son un octeto. Con la ayuda de una sección de vientos (tuba, trombón y trompeta) y de un bajista – con el sobrenombre de La Funeral Band – Clint se han convertido en un grupo raro, maravilloso y completamente abocado al fracaso comercial. Aunque tienen claro que el fracaso es un estado mental. Al menos mientras no miren la cuenta del banco.