El artista coruñés Jorge Cabezas ha vuelto a trabajar. Y lo ha hecho para diseñar el logotipo conmemorativo de nuestro 110 aniversario. Su amigo, el periodista Rubén Ventureira, redactó este discurso en nombre de su familia y amigos dedicado a Jorge, y el también artista Eduardo Hermida lo leyó durante el acto de presentación del 110 aniversario. Desde Hijos de Rivera queremos compartirlo con todos vosotros y hacer así un pequeño homenaje a un artista que significa mucho para nuestra Compañía. Ya en su día Jorge se encargó de dejarnos otra huella imborrable para nuestra historia, el mural de nuestro nuevo edificio de Cocimiento estrenado en 2013. Todo un símbolo muy presente en nuestro día a día.
LA BUENA ESTRELLA
Por Rubén Ventureira
En el Antiguo Egipto ya hay jeroglíficos en los que aparece la estrella, un símbolo cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. La estrella entra en la composición de palabras como “educar”, “instruir” o “maestro”. Si Jorge se siente discípulo artístico de alguien –aunque no lo sea estrictamente hablando, pues es un autodidacta de manual– es de Xaime Cabanas. Del maestro Xaime Cabanas. Fue por ello en Xaime en el primero en el que Jorge pensó cuando recibió el encargo de Estrella Galicia. Porque Xaime –que hoy nos escucha desde una estrella muy lejana– fue el encargado de hacer el símbolo del centenario de Estrella Galicia, hace justo un decenio. Simbolizaba Galicia en unos trazos: estaban el mar y estaba la tierra, estaban las rías y estaba el viento. La misma lectura podemos hacer del símbolo que hoy presenta Jorge.
Pero no la haremos. Porque ésta que presentamos hoy –en esta catedral coruñesa que es la cervecería de Cuatro Caminos– no es la estrella de Xaime. Es la estrella de Jorge. Y nos cuenta su historia. La estrella es también un símbolo de luz y, por tanto, antónimo de oscuridad. Esta obra que hoy presentamos simboliza Galicia, pero también, y sobre todo, el triunfo de Jorge en su lucha contra las tinieblas. Para Jorge este trabajo supone su salida de la oscuridad. Es la primera de sus obras que ve la luz desde aquel día de marzo.
Jorge siempre fue un tipo con estrella. Brillante, rutilante. Un artista con dotes de estrella de rock. Pero hubo un mal día de marzo –pronto hará 22 meses– en que se apagaron todas las luces. Pero, poco a poco, se han ido prendiendo las bombillas en esa cabeza privilegiada. En la cabeza de Cabezas. Mejor dicho, las ha ido encendiendo él con la gasolina vital del afán de superación. El día en que recordó que su ídolo deportivo fue José Luis Vara, eterno capitán del Dépor, se encendió una estrella. El día en que dio sus primeros pasos, otra parpadeó. Y el día en que movió la mano zurda, otra estrella se encendió.
Podríamos decir que Jorge fue discípulo de Cabanas en lo local y de Picasso en lo universal. E igual que el maestro andaluz fue surcando etapas –del azul al rosa, y del cubismo al neoclasicismo, por citar un par de sus transiciones– Jorge se adentra hoy en un nuevo período: la etapa zurda. El semáforo de la creación está en verde de nuevo.
Estrella, Estrella Galicia, siempre ha apoyado a Jorge, ha guiado su particular camino. Lo hizo antes, cuando confió en él para trabajos como el gran mural que viste su fábrica, y lo ha hecho de nuevo ahora, cuando más lo necesitaba, en este camino de la oscuridad a la luz. Y por eso lo que hoy se enciende es más que una estrella. Hoy se enciende toda una constelación. Jorge ha vuelto a pintar.